jueves, 11 de mayo de 2017

Cementerios de flores


Dejaron de ser pero siguen siendo, porque se conservan en la memoria o se revelan luego de milenios para sorprendernos y para hacernos saber que sus jardineros también los disfrutaban. Adoro las flores tanto como estos cadáveres eternos.

El jardín de Emiliy Dickinson

Era muy joven aun cuando se decidió a crear un herbario. Con el paso del tiempo su afición creció y dedicó casi todo su tiempo a su jardín. Las flores están muy presentes en su ideario poético y algunos estudiosos de su obra dicen que las hizo parte de su lenguaje. Aún se conservan sus fantasmales ejemplares disecados.







El jardín funerario de Sinuhé, servidor de Sesostris I


 “Paseas para tu placer por la orilla de tu estanque, tu corazón se alegra con tus árboles y se refresca bajo tus sicomoros, feliz de que todo ello permanezca para siempre”.


Hace unos días, la expedición que dirige el egiptólogo José Manuel Galán descubrió un jardín del que solo había referencias escritas. Trozos de árboles y semillas a los pies de una tumba de faraones que en su ideario estarían florecientes en el momento de la vuelta de sus moradores del otro mundo. Esas flores nunca abandonaron su jardín, aunque el color y el aroma se hayan disipado en el tiempo.
 
Artículo


El herbario que vino de Indias: José Celestino Mutis


Sin duda tuvo que tratarse de una impresión muy fuerte la de recibir plantas nunca antes vistas provenientes de unas tierras exóticas que muy pocos conocían: Nueva Granada o lo que hoy Colombia. Ese herbario extensísimo de Mutis con sus especies exóticas bien pudo parecer un tomo de saberes de algún mundo fantástico de la ficción. Hace unos dos siglos que descansa en el jardín botánico de Madrid y fue el herbario más importante del siglo XVIII. Los cadáveres de unas flores que son eternas.





Yo podría hacer un herbario fantasma con todos los cadáveres de flores que he ido tomando de jardines ajenos.

 Arte de Nunzio Paci

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