Fue en el aeropuerto y haciendo tiempo
para salir hacia Madrid cuando lo encontré. Lo vi hasta en dos
pequeñas tiendas, aunque me decidí a llevármelo en la primera. Su
atractiva portada con una muñequita siniestra y muy vintage me
cautivó. De hecho, todo el arte de la portada es muy vintage y la
tipografía me acuerda a la usada en esas películas de misterio en
blanco y negro de los años 40.
Las autoras son dos contemporáneas que han desarrollado su trabajo en Madrid. Leticia Vera es ilustradora y estudió Bellas Artes en la Complutense y Minerva se especializa en temas góticos, egresada también de la UCM en Filología Inglesa.
Era curioso encontrarse libros así en las tiendas del aeropuerto. Más tarde, ya en Madrid, una amiga me dijo que efectivamente lo había visto en La Casa de Libro, aunque no me especificó cuando. El mercado español cuenta con tantas novedades que muchas veces “entre tantos libros no eres capaz de ver la biblioteca” y los libros se “podan” rapidísimo: unos quince días suelen durar, aproximadamente, las novedades en las mesas. Así que un libro del 2006 es muy difícil, sino imposible de verlo ya no en las mesas, ni siquiera en una estantería escondida.
Así que allí estaba yo, leyendo
libros de vampiras en el paradisíaco spot del Caribe que es Puerto
Rico. De repente, me sentí como un personaje de Mayra Calvani.
El libro es una propuesta alternativa que incluye relato por parte de Minerva y poesía e ilustración por parte de Leticia. En la prosa, el modo narrativo se acerca en ocasiones al estilo del apólogo y la temática casi siempre se sitúa en un lugar lejano, mucho tiempo atrás, si quitamos los encuentros ocasionales con bellas desconocidas en bares madrileños que prefieren hacer sangría por su cuenta antes pedirla al bartender. Son bocetos de seres anónimos con existencias extraordinarias, que incluyen desde guerreros hasta plañideras, pasando por nobles, amas de orfanato y prostitutas.
En cuando a la poesía no puedo evitar mencionar las similitudes y afinidades con Cadáver de bailarina, que es el gusto por trasladar a esos seres tenebrosos a los versos. Es más común verlos en prosa, pero en poesía no conozco muchos. Todos los escritores que me he encontrado en Puerto Rico, Madrid y todos los lugares intermedios donde llegue el internet y el email escriben sobre sus experiencias amorosas, filosofía, política, sociedad, pero nada de colmillos y zombies. Parece que es terreno enteramente de novelistas.
La edición dispone las ilustraciones a página completa y el texto en tipografía de palo seco combinada con una tipo “Chiller” en rojo con la que a gran cuerpo pone las palabras finales. Crea un efecto de sangre muy real.
En fin que es un trabajo que dan ganas
de quedárselo y fue justamente lo que hice. Me lo llevé a cruzar el
Atlántico. A casita, nuevamente.
Para leer más poemas de Leticia (y ver más de sus muñequitas siniestras) visitar su blog.
Las autoras son dos contemporáneas que han desarrollado su trabajo en Madrid. Leticia Vera es ilustradora y estudió Bellas Artes en la Complutense y Minerva se especializa en temas góticos, egresada también de la UCM en Filología Inglesa.
Era curioso encontrarse libros así en las tiendas del aeropuerto. Más tarde, ya en Madrid, una amiga me dijo que efectivamente lo había visto en La Casa de Libro, aunque no me especificó cuando. El mercado español cuenta con tantas novedades que muchas veces “entre tantos libros no eres capaz de ver la biblioteca” y los libros se “podan” rapidísimo: unos quince días suelen durar, aproximadamente, las novedades en las mesas. Así que un libro del 2006 es muy difícil, sino imposible de verlo ya no en las mesas, ni siquiera en una estantería escondida.
El libro es una propuesta alternativa que incluye relato por parte de Minerva y poesía e ilustración por parte de Leticia. En la prosa, el modo narrativo se acerca en ocasiones al estilo del apólogo y la temática casi siempre se sitúa en un lugar lejano, mucho tiempo atrás, si quitamos los encuentros ocasionales con bellas desconocidas en bares madrileños que prefieren hacer sangría por su cuenta antes pedirla al bartender. Son bocetos de seres anónimos con existencias extraordinarias, que incluyen desde guerreros hasta plañideras, pasando por nobles, amas de orfanato y prostitutas.
En cuando a la poesía no puedo evitar mencionar las similitudes y afinidades con Cadáver de bailarina, que es el gusto por trasladar a esos seres tenebrosos a los versos. Es más común verlos en prosa, pero en poesía no conozco muchos. Todos los escritores que me he encontrado en Puerto Rico, Madrid y todos los lugares intermedios donde llegue el internet y el email escriben sobre sus experiencias amorosas, filosofía, política, sociedad, pero nada de colmillos y zombies. Parece que es terreno enteramente de novelistas.
La edición dispone las ilustraciones a página completa y el texto en tipografía de palo seco combinada con una tipo “Chiller” en rojo con la que a gran cuerpo pone las palabras finales. Crea un efecto de sangre muy real.
Para leer más poemas de Leticia (y ver más de sus muñequitas siniestras) visitar su blog.
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