Soneto XIII
A Dafne ya los brazos se le caían,
y en huesos y tendones se mostraban;
y cual madeja vi que tornaban
los cabellos que ahora oscurecían.
De pústulas y costras se cubrían
los tiernos miembros, que aún bullendo estaban:
los blancos pies en tierra se clavaban,
y en inmundos andrajos se volvían.
Aquel fue la causa de tal daño,
a fuerza de morder, menguar hacía
el cuerpo de la ninfa, ya difunto.
¡Oh miserable plaga! ¡Oh mal tamaño!
¡Que con comerla disminuya al punto
la causa y la razón que perseguía!
Sebastián de Córdoba (¿1545?-¿1604?) encontró la obra de Garcilaso de la Vega demasiado profana y la reescribió "divinizándola" como lo hiciera Girolamo Malipiero en su "Petrarca Spitrituale". Como verán, lo divino y lo sacro se lleva poco con lo "gore".
Imagen de Gil Bruvel
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