Dejaron de ser pero siguen siendo, porque se conservan en la memoria o se revelan luego de milenios para sorprendernos y para hacernos saber que sus jardineros también los disfrutaban. Adoro las flores tanto como estos cadáveres eternos.
El jardín de Emiliy Dickinson
Era muy joven aun cuando se decidió a
crear un herbario. Con el paso del tiempo su afición creció y dedicó casi todo
su tiempo a su jardín. Las flores están muy presentes en su ideario poético y
algunos estudiosos de su obra dicen que las hizo parte de su lenguaje. Aún se
conservan sus fantasmales ejemplares disecados.
El jardín funerario de Sinuhé, servidor de
Sesostris I
“Paseas para tu placer por la
orilla de tu estanque, tu corazón se alegra con tus árboles y se refresca bajo
tus sicomoros, feliz de que todo ello permanezca para siempre”.
Hace unos días, la expedición que dirige el egiptólogo José Manuel
Galán descubrió un jardín del que solo había referencias escritas. Trozos de
árboles y semillas a los pies de una tumba de faraones que en su ideario
estarían florecientes en el momento de la vuelta de sus moradores del otro
mundo. Esas flores nunca abandonaron su jardín, aunque el color y el aroma se hayan
disipado en el tiempo.
Artículo
El herbario que vino de Indias: José Celestino
Mutis
Sin duda tuvo que tratarse de una impresión
muy fuerte la de recibir plantas nunca antes vistas provenientes de unas
tierras exóticas que muy pocos conocían: Nueva Granada o lo que hoy Colombia.
Ese herbario extensísimo de Mutis con sus especies exóticas bien pudo parecer
un tomo de saberes de algún mundo fantástico de la ficción. Hace unos dos
siglos que descansa en el jardín botánico de Madrid y fue el herbario más
importante del siglo XVIII. Los cadáveres de unas flores que son eternas.
Yo podría hacer un herbario fantasma con todos los cadáveres de flores que he ido tomando de jardines ajenos.
Arte de Nunzio Paci
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