Julia de Burgos
I.
Soy tu Julia
de Burgos, borracho,
que despierto
a Nueva York por las calles
tuyas.
Conserje de Dios azul soy,
como la vela
del rito, como el papel
amarillo,
despintado, solo, donde
escribo el
poema que pospones
la muerte
que pospones, el odio.
Soy el
fantasma de tu voz, la musa Iván
que falta en
tu poema (letrina
de luz--tras
bastidor del cuerpo que se
pospone en
tu poema--) Has borrado
el jeroglífico
del ángel de la grafía
mía. Has
cerrado el ataúd de los espejos. Has
dejado que
la muerte pase sin decir mi nombre.
II.
Ya lo ves,
Enterrador, Julia de Burgos,
ha vuelto.
Con las gafas de Dios orina
en las
letrinas. Con sombrero de copa,
ella, procaz,
posa (de mi) en los espejos.
¡Oh, cómo
pesan sus senos de la muerte!
los rizos
como helechos de mi pelo
goteando sombra
en la sombra de su cuerpo,
sueñan con
amor podrido en la dicha
de la loca.
¡Enterrador, Julia de Burgos,
ha vuelto!
Como dos hermanitos empujamos
el triciclo
de dios contra las rosas.
Es la mujer
lo que pesa por el hombre. Es
este sabor a
tierra de los besos. Es
Julia de
Iván, tan procaz, en los espejos.
III.
Julia de
Burgos, con cabeza de toro,
atravezada de
astilla en los espejos
pronuncia mi
nombre en el amante y
desconocidamente
lo besa por el sueño.
Soy yo Julia
de Burgos, ¡vuelve!,
(la rosa de
su espina como un falo
y tú,
sentada, aúllas mariposas
por el
grito). ¡Julia de Burgos ha vuelto!
Queriendo
ser yo junto a su seno
ríe con la
cuerda rota de su risa,
como si
fuera Dios quien riera en las espinas.
¡Oh, la
dicha de masturbarte en los trenes!
Escondida de
Dios contra la muerte.
Atravezada
(¿de quién?) en los espejos.
IV.
¡Julia de
Burgos ha vuelto! Sube
decrépita,
inmoral, a la palabra
del demiurgo
y allí (de sábado de Gloria
a Domingo de
Ramos) escucha
la canción
del Maestro. Los cangrejos
están tomando
los espejos (noche
de azul
contra noche blanca) la mujer
no se
reconoce en el poeta:?
rizos de
helechos, Iván de Julia, madre
el poeta
ícara (o canta) la sombra
del cuerpo
de mujer que se deshace.
Los cangrejos
están tomando tu victoria. La
estatura del
poeta te rebasa. ¡Julia
de Iván,
decrépita, inmortal, ha vuelto!
©Iván Silén
Publicado originalmente en la revista A
Propósito (número 4, 1995)
Imagen de Elena Vizerskaya