jueves, 24 de agosto de 2017

El cine, Nebiros y un viaje a los años 70




“Por eso se sentía invenciblemente atraído por el cine. ¡Qué concentración de sentimientos, de ideas, de acción y de sentido! En el transcurso de una hora y media, uno, dos o más seres humanos podían experimentar todo lo que a veces no sería alcanzado jamás en millares de instantes, por una persona viviente.” Nebiros, p.26


Viviendo estas otras vidas me encontré con The Duke of Burgundy, una película sobre cómo el teatro del sexo puede desencantar, con un erotismo basado en la sugestión más que en la exposición y con una fotografía muy atmosférica y atractiva.


El duque de borgoña es una especie de mariposa de Gran Bretaña, la Hamearis lucina.
Éste es uno de los múltiples posters realizados para la producción.
 
Además, me encontré con las peripecias de una bruja del amor, una tragicomedia que también es un estudio sobre los estigmas que las mujeres han llevado a espaldas a lo largo de la historia y que aún se mantienen, The Love Witch.

Pintura de Elaine en The Love Witch, representando a Atenea. Sí, era de esperar que la bruja fuera artista. Propiedad de Anna Biller.


La estética y recreación de ambos filmes es durante las décadas de los 60 y 70, con dos niveles diferentes de ambientación. La primera con los clásicos tonos de otoño, el marrón y el cuero, la penumbra y la segunda con el colorido arcoíris de la psicodelia.

Y mientras leo a Nebiros, dándome cuenta de que 1. no es una lectura para vacaciones (algo había escuchado de sus similitudes con el Ulises de Joyce), altamente reflexiva con un personaje principal bastante pesimista, lo que me lleva al segundo punto, 2. necesitas estar bien de ánimos o bien posicionarte en que hay gente ahí fuera (incluso en el mundo de la ficción) que tiene días peores que tu y 3. me arrepiento de haber leído artículos de crítica sobre esta obra―algunos sin intención: así fue que la descubrí.
 
Ahora no puedo observar esa ciudad innombrable que el narrador describe sin imaginarme caminando por Barcelona.


viernes, 11 de agosto de 2017

Negro cuento de la mujer blanca, de Leonora Carrington


La Mujer Blanca se vistio de Negro --
Todito negro y negro hasta sus mismas
pyjamas y su jabon --
Negros y negros Todas sus cosas
como la noche, como el carbon --
Pero --
Cuand lloró aquel mujer
sus lagrimas eran Azules
y verdes como los
periquitos --
Lloro mucho la mujer
y Tocava la flauta --
La
Mujer
Blanca
Vestida
de
Negra
Llorando
y
Tocando
su
flauta --

De La Leche del Sueño, edición facsímil de Fondo de Cultura Económica, 2013



miércoles, 2 de agosto de 2017

Agnes Obel

I swear it is true
The past isn't dead
It's alive, it is happening
In the back of my head

No future, no past
No laws of time
Can undo what is happening
When I close my eyes
And with the stars and the moon
I woke up in the night






They won't know who we are
So we both can pretend
It's written on the mountains
A line that never ends
As the devil spoke we spilled out on the floor
And the pieces broke and the people wanted more
And the rugged wheel is turning another round
Dorian, carry on,
Will you come along to the end
Will you ever let us carry on




Guess who died,
last night
In grey stockings,
in all might
It was no loss
The only God of mine

He fell down,
just to drown
In a sea
of delight
To tame champagne
And creatures of the night







jueves, 11 de mayo de 2017

Cementerios de flores


Dejaron de ser pero siguen siendo, porque se conservan en la memoria o se revelan luego de milenios para sorprendernos y para hacernos saber que sus jardineros también los disfrutaban. Adoro las flores tanto como estos cadáveres eternos.

El jardín de Emiliy Dickinson

Era muy joven aun cuando se decidió a crear un herbario. Con el paso del tiempo su afición creció y dedicó casi todo su tiempo a su jardín. Las flores están muy presentes en su ideario poético y algunos estudiosos de su obra dicen que las hizo parte de su lenguaje. Aún se conservan sus fantasmales ejemplares disecados.







El jardín funerario de Sinuhé, servidor de Sesostris I


 “Paseas para tu placer por la orilla de tu estanque, tu corazón se alegra con tus árboles y se refresca bajo tus sicomoros, feliz de que todo ello permanezca para siempre”.


Hace unos días, la expedición que dirige el egiptólogo José Manuel Galán descubrió un jardín del que solo había referencias escritas. Trozos de árboles y semillas a los pies de una tumba de faraones que en su ideario estarían florecientes en el momento de la vuelta de sus moradores del otro mundo. Esas flores nunca abandonaron su jardín, aunque el color y el aroma se hayan disipado en el tiempo.
 
Artículo


El herbario que vino de Indias: José Celestino Mutis


Sin duda tuvo que tratarse de una impresión muy fuerte la de recibir plantas nunca antes vistas provenientes de unas tierras exóticas que muy pocos conocían: Nueva Granada o lo que hoy Colombia. Ese herbario extensísimo de Mutis con sus especies exóticas bien pudo parecer un tomo de saberes de algún mundo fantástico de la ficción. Hace unos dos siglos que descansa en el jardín botánico de Madrid y fue el herbario más importante del siglo XVIII. Los cadáveres de unas flores que son eternas.





Yo podría hacer un herbario fantasma con todos los cadáveres de flores que he ido tomando de jardines ajenos.

 Arte de Nunzio Paci

viernes, 25 de noviembre de 2016

Asfixia rótica* de Sonya Vatomsky


El lugar más seguro para enterrar un cadáver
es en otro cadáver,
es en el tuyo propio. En tu propio cadáver
dentro de ese que presentas al mundo, ese que aun habla y
camina
a través del Pangea, porque así de viejo es,
así de vieja es la farsa. Tú naciste falso como tu cuerpo
saliste de otro cuerpo falso; tú bebiste sorbitos de líquido amniótico en el útero del cuerpo tu madre tragó cuando el mundo le dijo que lo hiciera
y entonces respiraste aire verdadero
solo entonces. Una chica rusa no puede escribir un libro sin
acunar muñecas;
enterrándonos a nosotros mismos en nuestra propia sangre, en la sangre de nuestra madre.
Nacemos, enterramos, tragamos lenguas
enterrándolas en nuestro cuerpo. La lengua es una delicatesen
que puedes servir en un funeral. El lugar más seguro para enterrar un cadáver
es en un funeral.






*rótico: en lengua inglesa se refiere a los hablantes que pronuncian la /r/ al final de la sílaba.



Sonya Vatomsky es una poeta ruso-americana. En "Salt is for curing", su primer poemario, explora el cuerpo femenino utilizando una comida como guía.
 





domingo, 25 de septiembre de 2016

A la que renace de las aguas



                        Las huellas de tus dedos
                        no se ven en las torres.

Pero yo leo sin descanso, en la soledad de la ermita junto
     al mar
los antiguos signos en donde tú estuviste hacia el año mil,
por los bosques, los pantanos, las ramas y las hojas, la arcilla
     pisada.

                        Dentro del corazón está la muerte
                        como una runa blanca de ceniza.

Acércate por el campo blanco o por el verde campo o por el
campo negro, pero ven.

                        Detente ante la tumba
                        donde los dos estamos.


                                               * * *


Este sonido triste que solloza
es mi espada románica que piensa.

Mi corazón oscuro la acompaña.


                                              * * *


Yo soy un ser humano a pesar mío.

El espacio plateado de mi espíritu
penetra en el espacio gris del mundo.

¿Hasta cuándo?


                                             * * *

Las hierbas son tan rubias como tú
lejos de la ceniza que me aleja
para siempre sin hierro.

La muerte es el pantano de las cruces,
Bronwyn.


                                        * * *


Alucinante luz en que la luna
une la encina blanca desde el cieno
al cielo donde el hielo resplandece
azul en un silencio alucinado.
Bronwyn,
enciende la llanura con tu voz.


                                    * * *


Que las orquestas ciegas del martirio
acaben con los bosques, y los fuegos
de este incendio final, sacramentario.

Bronwyn,
si no puedo ser tú, si no podemos
ser ángel,
¿por qué la niebla es gris sobre el mar gris?


                                  * * *


Piedras como rodillas tibias,
hierbas como cabellos rubios,
cielos como brazos de cielos.

Nace el amanecer como lo negro.
En las miradas siempre vuela el nunca.


                                  * * *


Las ruinas de las runas en la roca
hablan de que yo estuve en este mundo,
donde el mar y la tierra de las nieblas
se funden y confunden.

La vida era una ausencia inagotable,
un laberinto de serpientes grises,
un pantano de rosas tenebrosas.


                             * * *


La cruz de las hogueras se ha deshecho,
las ruinas de las joyas se estremecen.

Se acerca el cementerio con los ojos
inundados de lágrimas.


                           * * *


Toma mi oscuro anillo inmemorial.

Mi armadura deshecha se deshace
y de sus mallas muertas salen fuegos
azules, Bronwyn; puedo verlos, tiemblan.

Tiro el guante de hierro, soy tu siervo.
El mar que me acompaña por un mar
de sombra se deshace en el vacío.

Estoy cansado de estar muerto y ser.


                               * * *


Toma mi oscuro anillo inmemorial.

Mi armadura deshecha se deshace
y de sus mallas muertas salen fuegos
azules, Bronwyn; puedo verlos, tiemblan.

Tiro el guante de hierro, soy tu siervo.
El mar que me acompaña por un mar
de sombra se deshace en el vacío.

Estoy cansado de estar muerto y ser.


                             * * *


Remolinos de cielos y de océanos
de incesantes distancias funerales.

El centro es lo lejano, y es allí
entre espirales grises y plateadas,
donde acaso la cruz es una cruz,
el cruce y el encuentro.

El centro es el lugar donde la imagen
habla desde su doble transparente.


                             * * *


Por el bosque del tiempo la noche del espacio,
el errar de mi busca, la boca de mi incendio.

En tus ojos, cayendo, un mar gris se levanta.

Lo espantoso es sencillo y está siempre muy cerca.


                             * * *


Bronwyn;
es un mar de ceniza, está subiendo.

Nuestras alas no existen por la noche.

La cabeza es de cera,
los ojos son espacio.

Te dejo entre los árboles del mundo
y este coro de gritos que persigna
mi estatura maldita.


                             * * *


Muerdo los sentimientos en el muérdago.
Mi espíritu está solo entre las hierbas.

Los demonios me buscan por los campos,
se disputan mi espada, mi armadura,
mis manos, mi cabeza, mis entrañas.

Mis hogueras de hierro se amontonan
y mis restos oscuros aún humean.

Me acaban de matar,
miro hacia donde vi tu aparición
hace mil años ya; pero la sangre
aún sale de mi boca.


                                * * *


Bajó el cielo a la tierra
y no era transparencia, era distancia.

Era un cristal de acero separando
lo unido.

Se perdieron las olas de los ojos
las flores de una cima donde un cuerpo
era sólo.

El cielo exterminó las claridades
humanas.
De su luz emanaba un absoluto
desasirse de todo lo tangible.

La pérdida nació como una piedra
negra.


                             * * *


Se acercan las doradas procesiones
que grabarán mi cuerpo en una losa.

Déjame contemplarte todavía,
mientras mis ojos cambian de función
convirtiéndose en música azulada.

Bronwyn, el horizonte es una casa:
(la imagen incendiada de una casa).


                         * * *


Nunca he tocado nada de lo que
tú eres.

Estás como una idea en un instante
puro.

Clara en tu firmamento de firmeza
blanca.

Desnuda Bronwyn, llámame, ya voy;
caigo.


                               * * *


Mi espada transparente te bencice
x  galáctica en el lago, luz,
pradera de cristal inesperable:
Bronwyn inmaculada, incensario.


                              * * *


La tumba es de carbón azul, la tumba
es como un cuerpo sonrosado y vivo.

Hic jacet.

Una espada sin nombre está parada
ante la puerta blanca del invierno.


                            * * *


Mensajera del más allá, tú vienes
con forma de mujer, pero el abismo
se cierne junto a ti tan dulcemente.

Bronwyn,
constelaciones pálidas esperan
en medio de otros cielos con tu luz.


                             * * *


Bronwyn, mi corazón,
si nunca has existido eres posible
porque la realidad es muerte viva.

Bronwyn, mi corazón,
tócame con tu nada y con tu nunca.


                            * * *


No siendo estás aquí junto a mi centro
de hierros desatados,
de distancias dispersas como el humo.

No siendo eres tan mía como yo.
Más mía, pues tu luz sobre mi niebla
vive.


                         * * *


Es tu dorada luz, aire lejano
lo que viene a los verdes arrecifes.

Dame la mano, Bronwyn, alejémonos
del mar.



Juan Eduardo Cirlot

martes, 16 de agosto de 2016

El fuego de Emily Brönte: dos poemas

"No quiero escribir nada en lo que no crea. Creo en la ferocidad y en los fantasmas y en la compasión. Y de eso escribo."

Voz de Emily Brönte en la biografía novelada Todo ese fuego, de Angeles Caso

Poemas de Emily Brönte


Yo no vivo condenada año tras año a la desolación
ni al desespero, hazlo saber a mis tiranos.

Cada noche llega el enviado de la Esperanza
y, a cambio de esta breve vida, me ofrece la eterna libertad

Llega con los vientos del Oeste y los aires errantes de la tarde
con este claro polvo de cielo que trae las más grandes estrellas;
los vientos se vuelven pensativos y las estrellas arden tiernamente
y se alzan entonces las visiones, matándome de deseo.

Deseo de algo desconocido en mis años jóvenes
cuando la Alegría enloqueció de terror al vislumbrar lágrimas futuras,
y el cielo de mi espíritu se llenó de cálidos destellos
sin lograr saber si venían del sol o de la tempestad.

Pero antes, quietud total, silenciosa calma desciende sobre mi.
Termina el sufrimiento tenaz, la feroz impaciencia.
Una música muda conforta mi pecho, indecible de armonía
que solo perdida ya la Tierra cabría imaginar.

Amanece lo Invisible. Lo Oculto revela su verdad.
Mis sentidos se alejan, y despierta mi esencia más profunda.
Libres son sus alas, llegada al fin a casa, alcanzado el puerto.
Calibra la bahía, e inicia el último envite.

Oh, qué espantoso momento, qué intensa la agonía
cuando el oído vuelve a oir y los ojos a ver,
y el pulso late, y la mente piensa,
y el alma siente la carne y la carne sus cadenas.

Pero no quiero, no, una tortura menor.
Más me tormenta esa angustia, mayor placer me otorga.

Divina es la visión, heraldo acaso de la muerte,
cubierta de infernal lago o de resplandor celeste.





¡Háblame del Norte! Un páramo solitario,
silencioso y oscuro, infinito se extiende,
y las aguas de un arroyo silvestre fluyen
rápidas a través de los frondosos bosquecillos.

Profundamente calmo el aire del crepúsculo,
inerte el paisaje; así reposamos,
hasta que, como un fantasma silencioso,
un ciervo se agacha para beber de la corriente.

Y a lo lejos la montaña, el frío,
blanco yermo de nieve acumulada,
y una estrella, grande y suave y sola,
iluminando en silencio el cielo desnudo.


Traducción de Ángeles Caso

jueves, 7 de julio de 2016

La Ofelia de Marina Tsvietáieva



Ofelia a Hamlet

Hamlet, ceñido en su cinto,
con su nimbo de aplomo y ciencia,
pálido hasta el último átomo…
(¿en la edición de mil cuántos?)

¡No le turbéis con vuestra insolente ligereza!
(¡Cantera juvenil de los trasteros!)
Como una pesada crónica,
¡ya os dejastéis caer sobre este pecho!

¡Virgen misógino! ¡Prendado
de una necia visión!...¿Habéis pensado
alguna vez qué se arranca
de las platabandas de la locura?...

¿Rosas?...Pero si es―chsss…―¡el futuro!
Ya podéis arrancar:¡crecerán otras! ¿Siquiera
una vez han traicionado las rosas? ¿Alguna
vez, a los amantes,? ¿los descuidaron?

Tras lo cual (vuestro perfume exhalado), os hundís…
―¡Nada ha ocurrido!-Pero os refrescaremos la memoria
cuando, junto a la crónica del río,
Hamlet se yerga, en su cinto ceñido…



Ofelia en defensa de la reina

¡Príncipe Hamlet! Deja de alborotar
la gusanera…¡fíjate en las rosas!
Piensa en la que―al menos por una hora―
Cuenta sus últimos días.

¡Príncipe Hamlet! Deja de calumniar
las entrañas de la reina…Vírgenes
no han de juzgar la pasión. Fedra es más culpable:
no han dejado de cantarla.

¡Y no dejarán!―Y vos con esa mezcla
de cal viva y cenizas, maldiciendo los huesos…
¡Habráse visto, príncipe! No es asunto vuestro
juzgar la sangre inflamada.

Pero si… entonces, ¡cuidado!...A través de la losa
―allá arriba―en el dormitorio―¡y a placer!―
a defender a mi reina me levantaré,
yo, vuestra inmortal pasión.



Marina Tsvietáieva vivió en la Rusia de entreguerras de comiezos de siglo XX. En su creación lo cuenta todo, aunque sus diarios también sobrevivieron.


Fotografía de Slevin Aaron